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Los antiguos juliaqueños cuentan que esta piedra cambia de lugar misteriosamente y que tiene poderes sobrenaturales. Se cree que los poderes de esta provienen de La Pachamama y del hecho de haber estado expuesta por miles de años al inclemente clima de la región.

Los primeros relatos dicen que un principio la roca se encontraba en las faldas del cerro calvario al pie de un socavón (lo que es hoy en día el coliseo cerrado), tiempo después e inexplicablemente cambio de lugar y fue a parar a un costado de los edificios del pasaje la cultura, se dice que este hecho significó para Juliaca la revolución del 4 noviembre de 1965 y la posterior inmolación de sus mártires. Veinte años después y también sin explicación alguna, la piedra volvió a cambiar de lugar, esta vez para ubicarse entre las calles Ica, Carlos Lavagña y Sandia, donde actualmente se encuentra, este último cambio coincidió con una de las peores inundaciones que tuvo la ciudad de Juliaca en su historia.

La piedra misteriosa iba a ser destruida como material de base en la construcción de la vereda. Las personas que sabían de la existencia de esta piedra, impidieron que se moviera de su lugar y con la intervención del alcalde provincial Marcos Valencia Toledo la fijaron con cemento en la misma vereda para que los juliaqueños ya no sufran más daños y desgracias.

Las personas que saben de su energía y poder le hacen el pago echándole flores, dulces, galletas, misturas, serpentinas, licores y otros pagos y challadas a voluntad, como un acto de agradecimiento por los beneficios y milagros recibidos, especialmente en el año nuevo, carnaval chico, semana santa, tres de mayo, san Juan, 28 de julio, mes de agosto santa tierra pachamama, 24 de setiembre, 24 de octubre y navidad. Los creyentes en la piedra piden que nunca sea movida de su sitio, para evitar nuevos sufrimientos y desgracias en el pueblo juliaqueño.

Hace varios años, una pareja fue a hospedarse a este hotel, mientras estaban durmiendo unos ruidos extraños los despertaron, se oían unos lamentos espeluznantes que venían del último piso, la pareja decidió ir a ver lo que sucedía, pues creyeron que tal vez alguien estaba en problemas y fueron a ayudar a la persona que emitía estos gritos; llegaron al tercer nivel, todo estaba oscuro, se acercaron a la habitación de dónde venían los gritos, abrieron la puerta y vieron algo con forma diabólico, tenía cuernos, un rostro horrible y aspecto fantasmagórico, la esposa salió corriendo aterrorizada, confudiendose entre sus gritos y los gritos de auxilio y dolor de su esposo que no pudo salir a tiempo, al llegar a la recepción la esposa pedía ayuda desesperadamente con lágrimas en los ojos, pero posteriormente cayó en shock... Después de un tiempo y ya amaneciendo, los encargados decidieron indagar lo que había sucedido, buscaron en las habitaciones del último nivel y en una de ellas encontraron al hombre tirado en el piso, en lo que era una escena de terror con sangre por todos lados, los dueños atemorizados y sin hallar explicaciones decidieron mantener en secreto dicho suceso y optaron por cerrar el último nivel al público.

El hotel siguió funcionando con normalidad por varios años más, pero mucha gente que se había hospedado en el lugar, salía traumatizada debido a los sucesos extraños que percibían en su estancia; debido a ello, el hotel se ganó una mala reputación e inevitablemente se fue a la quiebra. En la actualidad el hotel dejó de funcionar como tal y todo el primer nivel fue alquilado a pequeños locales comerciales; sin embargo, aún existen rumores de que a ciertas horas de la noche todavía se puede oír y ver cosas extrañas desde las afueras del hotel.

El tren encantado de Saracocha.

Desde 1873 hasta mediados del siglo pasado el único medio de transporte motorizado entre las ciudades de Juliaca y Arequipa era el tren, pero a diferencia de los trenes actuales, los trenes de esa época necesitaban abastecerse de agua muy seguido para generar vapor, por ello, los constructores de la vías férreas procuraban tener reservas de agua seguras durante la ruta, por esa razón parte de la línea férrea pasa entre las lagunas Saracocha y Lagunillas.

Según la leyenda a mediados del siglo pasado un tren nocturno que venía de Arequipa hacia Juliaca (lleno de pasajeros que en su mayoría eran extranjeros) se sumergió misteriosamente en las aguas de la laguna Saracocha y desapareció para siempre.

Cuentan que el tren salió sin mayores contratiempos de Arequipa, abasteciéndose de agua en las innumerables estaciones que había a lo largo de esta ruta en esas épocas, pero al pasar la estación de Lagunillas el tren se vio envuelto en una especie de encantamiento, pues pasado solo unos minutos, todas las personas que aún estaban despiertas a esa hora tenían la ilusión de estar entrando en una gran ciudad; llena de luces y casas enormes… Todos pensaban que estaban llegando a Juliaca; no obstante, había entre los maquinistas una persona muy creyente en Dios, este sabía que aún era imposible estar viendo una ciudad. Con algo de duda, se dio cuenta que el tren iba a toda velocidad en dirección equivocada hacia la laguna Saracocha y que la ciudad que parecía estar en frente tan solo era una especie de sueño o ilusión óptica, por lo que empezó a gritar desesperadamente “paren no es ciudad, paren no es ciudad…”, pero lastimosamente sus gritos no eran escuchados por nadie, viendo venir el trágico final que tendría el tren, el maquinista rápidamente decidió correr hacia las barandillas de la locomotora y lanzarse en plena marcha, cayendo entre la maleza y las rocas en medio de la oscuridad, al llegar al suelo veía como el tren pasaba por su frente a gran velocidad, con sus luces prendidas y su típico sonido de bocina y campanas yendo directo a las profundidades de la laguna Saracocha, para perderse después de unos segundos en ella. El maquinista quedó en shock y después de mucho tiempo pudo levantarse y caminó a duras penas hacia la estación de Saracocha para informar de lo ocurrido. La gente de entonces cuenta que la empresa ferroviaria hizo denodados esfuerzos por encontrar sobrevivientes o algún rastro del tren durante mucho tiempo, pero debido a lo profundo de la laguna, todo esfuerzo era en vano y nunca se pudo hallar el tren ni a sus ocupantes.

En la actualidad, muchos pobladores que viven en las cercanías afirman que a determinadas horas (sobre todo de noche) aún se puede oír y hasta ver cómo el tren da vueltas en las profundidades de la laguna, con su típico sonido para perderse aún más en lo profundo. Por otro lado, hay quienes afirman haber ido en solitario a pescar a la laguna y que se han encontrado con enormes peces de colores que se les quedaban mirando fijamente sin ningún temor, como si quisieran decir algo; los pobladores afirman que estos peces tan extraños son las personas que desaparecieron junto con el tren hace ya varios años.